«Llevo encima todas las heridas de todas las batallas que he evitado.»
Fernando Pessoa
Tengo una amiga, sabia y sensible a partes iguales, que siempre nos recuerda que la vida es lo que nos sucede entre duelo y duelo. Intuyo que no le falta razón.
Cada ser humano elaboramos el duelo como podemos, no como queremos. Cada uno utilizamos una defensa diferente para elaborar nuestro duelo, unos cuidan afanosamente, otros trabajan sin descanso, otros salen de fiesta sin reloj. Eso sí, todos tenemos la convicción de que nuestra forma de hacer el duelo es la buena y la de los demás la mala y equivocada.
De todas las formas mencionadas, existen algunas con mayor porcentaje de negación que otras. ¿Alguna vez has tenido que huir de un depredador? En ese preciso momento, aunque tengas un esguince, no te duele. Filogenéticamente estamos preparados para huir del león que te quiere devorar, cuando ya te subes al árbol o te metes en la cueva, el tobillo se inflama y estallas de dolor. Antes no, eso es justamente la negación.
La negación suele ser el primer bastón. Para que no se quiebre mi mente entro en negación, anestesio el dolor de la pérdida. Es una herramienta de anestesia psicoemocional que nos permite tener un tiempo extra para poder elaborar y digerir algo tan extremo como la pérdida de alguien a quien amamos. Ese bastón hay que abandonarlo cuando se pueda. Pero con cuidado, si me le quitas antes de darme otro me voy a caer.
Lo que se oculta y se rechaza permanece y se hace crónico, lo que se afronta y se acepta, se diluye.
Intentar ayudar evitando aquello que nos causa sufrimiento es tan incomprensible como si vas al traumatólogo y no te hace la radiografía no vaya a ser que tengas roto el tobillo. Si te duele, tengo que hacerte la prueba, no vaya a ser que tengas alguna rotura y haya que entrar en quirófano o utilizar escayola.
Estamos aquí, cerquita de ti, para romper ese silencio, dejar de evitar lo que duele y poder hablarlo en un lugar seguro que se convierta en tu oasis emocional.
Donde poder decir lo que fuera de ahí no puedes decir, poder sentir lo que fuera de ahí no puedes sentir y poder pensar lo que fuera de ahí no puedes pensar.
Respira tranquilo, estás en buenas manos.
Con todo mi cariño,
Alba Abella
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